La tierra, un lugar de gloria para Dios

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Dalías, el pasado 10 de marzo, celebraba con gozo, junto a toda la Asunción, el día de Santa Mª Eugenia. Aún resuenan en nuestros oídos y en nuestro corazón, estas palabras de nuestra madre fundadora: “la tierra es un lugar de gloria para Dios”. Palabras hechas canción que se convierten en oración y elevan, con sentida emoción y profunda alegría, el alma a Dios.

Si nuestra santa nos decía (y nos sigue diciendo) que la tierra es lugar de gloria para Dios, ¿cómo no dar nosotros también gloria a Dios por esta gran mujer? Ella, “SIN MIEDO”, valiente y decidida, arriesgó todo y puso su vida al servicio de Dios y del Evangelio, fundando, en aquella época también difícil, una Congregación de religiosas, de mujeres valientes que, desde entonces y siguiendo su ejemplo, han entregado su vida a Dios y a la Iglesia, sin reservas, para desde ahí, amar y servir.

Celebrar cada año la fiesta de Santa Mª Eugenia supone hacer un alto en el camino cuaresmal, para retomar su vida, traer a nuestros días su legado, actualizar su misión y encontrar en ella el empuje necesario para continuar avanzando en la tarea de construir un mundo mejor.

En Dalías, imagino que al igual que en todas la comunidades, centros, equipos y grupos Asunción, desde principios de marzo, se palpa en el ambiente que se acerca la fiesta de Sta. Mª Eugenia. Comienzan los preparativos, cuidando cada detalle con mimo y cariño para que, llegado el día, todo esté bien dispuesto y preparado para su celebración. Desde la elaboración de la tradicional y rica torta de la Asunción, hasta la preparación de la Eucaristía, el ensayo de cantos, la novena en honor a la santa, el trabajo en Asunción Juntos, DaliAsuntillos… Y es que, en nuestras religiosas, estando próxima la fecha de la fiesta de Mª Eugenia, hay un algo singular que contagia, que te hace ser Asunción y sentir la Asunción de forma especial.

En la Eucaristía, D. Raúl, nuestro párroco, nos recordó que también nosotros estamos llamados a una santidad de vida. Esa santidad no es otra cosa que responder al plan de Dios sobre nosotros, darle con generosidad todo lo que somos, con nuestras pocas o muchas fuerzas, como en su día hiciera nuestra santa. Ella encontró la fuerza para su misión en la vida de oración, uniendo indisolublemente contemplación y acción.

Formar parte de la familia Asunción, es formar parte del mundo y de la sociedad soñada por Sta. Mª Eugenia, es intentar continuar su labor y colaborar para que la herencia recibida siga multiplicándose y dando fruto, sin olvidar que “Todo pertenece a Jesucristo, todo es de Jesucristo y todo debe ser para Jesucristo”.

Cadi, Asunción Juntos Dalias