Kawangware y Lucía, testimonio AMA

 

 

Me llamo Lucía, tengo 22 años, estudio Derecho y ADE y soy de Madrid. He pasado los últimos meses de junio y julio como AMA en la comunidad de Kawangware.

 

Antes de llegar, tenía un poco de miedo de lo que me podía encontrar allí: Tenía muchas dudas sobre mi decisión porque conocer nuevas realidades es siempre un gran reto. A pesar de mis dudas, Dios me dio el valor para ir a Kenia.

 

Durante estos dos increíbles meses he crecido en muchos aspectos diferentes.

 

En cuanto a mi trabajo en la escuela, los profesores y las hermanas me han enseñado a ser paciente conmigo misma y con los demás, a ser solidaria y a involucrarme en cada actividad del día a día por importante que sea. Me han enseñado, con su ejemplo, a sonreír cuando las cosas no son fáciles y a poner el corazón en cada cosa.

 

Como parte de mis tareas, he tenido que ayudar a la profesora del grupo de juego e intentar dirigir la clase. No ha sido fácil, porque los niños dan mucho trabajo, pero siempre se aprende mucho de ellos, como la forma en que comparten todo lo que tienen entre ellos y nunca dejan atrás a un compañero.

 

Otra parte muy importante de estos dos meses en Kenia fue compartir tiempo con la comunidad. Las hermanas me acogieron desde el principio, haciéndome sentir como en casa desde que llegué. Con su ejemplo me han ayudado a fortalecer mi fe, a tener a Dios presente en cada momento de mi día y a poner todos los problemas, grandes o pequeños, en sus manos.

 

Durante estos dos meses he llegado a conocer lo que tiene de especial la vida de las hermanas, llevan a Dios dentro y trabajan muy duro para no dejarlo escapar. Durante las oraciones me he dado cuenta de cómo cuidan cada pequeño detalle para hacer feliz a Dios y no para que otros miren. Viven como si Dios fuera el único que mirara y por eso dan lo mejor de sí en todo lo que hacen.

 

De las hermanas también admiro cómo se cuidan unas a otras, cómo ponen siempre a los demás en primer lugar y cómo se quieren. Realmente he visto en ellas los valores de caridad, comprensión y aceptación, que les permiten vivir en la Comunidad con paz y alegría.

 

Ahora que estoy de vuelta sólo puedo alegrarme por todo lo que he vivido y lo que he aprendido. Siempre estaré agradecida a las hermanas de la Comunidad, a los profesores del colegio y, en general, con el país de Kenia por darme la oportunidad de formar parte de su sociedad tan generosa.

 

Hago un llamamiento a los jóvenes como yo para que confíen en Dios en todo lo que hagan en la vida. Como ya he dicho, al principio tenía mucho miedo de ir a África. Sin embargo, resultó ser una experiencia extraordinaria en mi vida. Por eso, con Dios es posible afrontar con valentía lo "desconocido", ir más allá de las dudas, los miedos y los retos de nuestro tiempo".

 

Lucía Valverde